Sí, estamos en casa desde hace muchos días, y aunque comenzamos a ir saliendo poquito a poco, es hora de ponerse a pensar.
Durante todos estos días, he pasado por muchas etapas mentales: escepticismo, desconocimiento, preocupación extrema, miedo, ignorancia voluntaria y paciencia obligada. Todos estos sentimientos han ido mezclándose en mi día a día.
Al principio, cada vez que veía las noticias o leía los periódicos nacionales, la bola de preocupación mental me bloqueaba tanto que era incapaz de concentrarme. No podía dejar de pensar en nuestro motor económico principal, el turismo, en la hostelería, en los festivales, los conciertos, los eventos multitudinarios, la industria de la moda, en las compañías aéreas, etc. ¿Cómo van a sobrevivir de ahora en adelante?, pensaba.
Cada noche, tras leerme todas las noticias, mi cabeza no dejaba de dar vueltas pensando en la vida de esos negocios que dependen de la afluencia de mucha gente para que sean rentables. Me costaba dormir porque pensaba constantemente en el futuro de todos esos sectores de los que además, dependen millones de familias españolas.
Decidí dejar de leer noticias sobre la pandemia creo que la segunda semana de encierro, y en lugar de eso comencé a buscar artículos de ejemplos de sectores que se adaptaban a las circunstancias, de empresas que ya pasaron por algo similar, de emprendedores/as que buscaron soluciones cuando sus sectores estaban acabados, y me empecé a encontrar mucho mejor.
Al mismo tiempo, el curso de Marketing Digital que dirijo, continuaba sin problemas. El contenido era semipresencial en su inicio y lo adaptamos para que cada semana las sesiones técnicas fueran más cortas (pasando por un Plan C que conté aquí). Rehicimos el calendario cada quince días, y poco a poco nos acostumbramos a las nuevas circunstancias docentes.Y una mañana, en una de las sesiones de “Buenas prácticas”, uno de los invitados (al que puedes descubrir aquí) , al contar su historia nos comentó que en uno de los grupos de emprendedores a los que pertenece, en la segunda semana de confinamiento, ellos se plantearon aportar a la sociedad soluciones en este momento. “¿Y tú qué sabes hacer?”, fue la pregunta que se hicieron unos a otros. Y cada uno de ellos fue aportando ideas y soluciones, para desarrollar proyectos en aquello que saben hacer. Y se pusieron manos a la obra.
Aquella historia me pareció maravillosa porque creo que todos somos responsables del presente y del futuro. Y decidí continuar pensando. Busqué los sectores con más dificultades, pensé los problemas concretos de cada uno, y escribí una lista con pequeñas posibles soluciones concretas que podemos hacer cada uno de nosotros en algunos casos, o que pueden desarrollarse como idea de negocio.
Ahora, cada noche continúo mi labor de ayuda, y creo que todos tenemos corresponsabilidad social para que nuestro país salga de ésta.
Y si estás pensando qué puedes hacer tú, pregúntate si puedes ayudar a la frutería de tu barrio creándole un simple “Google forms” para que pueda gestionar sus pedidos, si cuando hagas la compra puedes hacerla en tu barrio para que no tengan que echar el cierre abajo para siempre las tiendas de alimentación (por ejemplo), o si puedes aportar ideas a asociaciones de comerciantes, mercados o colectivos de cualquier sector afectado para que puedan adaptarse a las circunstancias.
Nadie va a salvarnos, (ni a ti tampoco).
Piensa, actúa, y decide, porque lo que ocurre también es tu responsabilidad. Sí. Lo es, y lo sabes.
Cuéntame en comentarios qué vas a hacer tú.